domingo, 26 de abril de 2009

El Toyota que usted no conoce

Relación de Toyota con el tráfico de seres humanos

Cada año, decenas de miles de trabajadores extranjeros en calidad de aprendices y practicantes (en su mayoría procedentes de China y Vietnam) son enviados al Japón. Estos trabajadores son despojados de sus pasaportes, engañados en sus salarios y forzados a trabajar bajo condiciones abusivas en maquiladoras, en las cuales se incluye la producción de auto partes para Toyota.

Unos 70,519 a 93,000 trabajadores extranjeros son enviados cada año al Japón como cursillistas y practicantes. Los trabajadores, que vienen de China, Vietnam, Indonesia, Filipinas, Tailandia y Brasil, son despojados de sus pasaportes en el momento en que llegan a Japón. Durante el primer año, tienen el estatus de "aprendices o cursillistas"; desde el segundo año son llamados “practicantes” y como tales no tienen el amparo de las leyes laborales japonesas ni del salario mínimo. Se les permite permanecer hasta un máximo de tres años, esto significa que actualmente hay al menos 200,000 trabajadores extranjeros en calidad de aprendices y practicantes en Japón, sin incluir a los que hayan sobrepasado sus permisos de estadía. El gobierno japonés está estudiando la posibilidad de ampliar el visado de aprendices y practicantes a cinco años.

Bajo presión, incluyendo del gobierno de los EE.UU., el parlamento japonés está estudiando la posibilidad de reformar la ley. Tal que se estipule la obligatoriedad de devolverle a los aprendices y practicantes sus pasaportes y además desde el 2009, se prevé que se aplique la protección de la ley laboral desde el primer año de “aprendices”. (En junio de 2007, el Departamento de Estado de los EE.UU. citó al Japón en su informe sobre la trata de seres humanos de la siguiente manera: "El gobierno japonés debe hacer mayores esfuerzos para investigar las posibles condiciones de trabajo forzado de los trabajadores extranjeros en el programa de capacitación". En respuesta a esta mención, en diciembre de 2007, el gobierno de Japón señaló que es ilegal despojar de sus pasaportes a los aprendices y practicantes extranjeros. Sin embargo, si bien fue subsanado el despojo de los pasaportes, continúan las prácticas de “ahorro forzoso”, el control de cuentas bancarias por parte de la empresa.)

En los últimos diez años, ha habido un aumento dramático en el número de empleo de los aprendices y practicantes en la Prefectura de Aichi, sede de Toyota y la industria automotriz del país. El aumento de los trabajadores extranjeros pobres coincide con el plan de diez años de Toyota para la reducción pago a las subsidiarias por los costos. Toyota está a más de la mitad del proceso de su plan de diez años iniciado en el 2000, y exigió que en los primeros tres años, se logre el objetivo de recortar hasta un 30 %, seguido por un nuevo recorte del 15 % desde el cuarto a sexto año. Quedan cuatro años más del plan de recorte de costos de Toyota, y su implementación continúa aun ahora que los costos de las materias primas están en aumento.

Los aprendices y practicantes extranjeros no sólo son despojados de sus pasaportes, -una de las más graves de todas las violaciones de los derechos humanos- sino que también están prohibidos de cambiarse de fábrica con la que firmó el compromiso de trabajar, e incluso mudarse de la vivienda que les ha sido asignada.

Si un aprendiz o practicante se atreve a cambiar de trabajo o de vivienda, él o ella serán objeto de deportación forzosa sin lugar a ningún reclamo. Por otra parte, incluso si se atreven a quejarse de las condiciones abusivas e ilegales, también serán deportados. (Según informaciones, dice que como los funcionarios del control migratorio son "muy severos", los trabajadores extranjeros son fácilmente deportados.) Podemos decir que ésta es la trata de seres humanos en su peor expresión, ya que clamar por el derecho de cambiarse a otra mejor fábrica, mudarse a una vivienda más humana son los requisitos para denunciar a las fábricas inhumanas y condenarlas al aislamiento. El no poder cambiarse a una nueva vivienda es condenar al trabajador extranjero a una situación de debilidad extrema, pues es exponerlos a ser engañados, a que les cobren alquileres excesivos, y para colmo permitiría que si alguno se arma de valor y denuncia las condiciones de explotación extrema, los empleadores tengan la potestad de deportarlos con facilidad.

Los aprendices y practicantes se encuentran atrapados en una trampa. Pues en su país de origen, por el contrato de tres años de trabajo en el Japón, tienen que pedir prestado sumas que ascienden de $ 8,800 a $ 10,000 de las agencias de recursos humanos o de los empleadores como garantía por el contrato. Este dinero de garantía es incautado en caso que el aprendiz o practicante se fugue o en caso sea deportado, y para pagar esta deuda se tienen que endeudar. Los trabajadores y sus familias suelen pedir prestado este dinero a un tipo de interés del 10 % al año, que llega a $ 880 a $ 1,000 al año. Por ello, los trabajadores se ven presionados a trabajar excesivas horas extraordinarias. Al menos en el caso de Vietnam, parece que el gobierno está beneficiándose del tráfico de seres humanos de su propio pueblo; se dice que obtienen el 15 % de los beneficios de las agencias de mano de obra local.

En julio de 2007, el “International Herald” reportó el caso de la Sra. Le Thi Kim Lien, de 22 años de edad, una trabajadora procedente de Vietnam. Ella con frecuencia trabajaba 15 horas y media al día desde las 8:30 am hasta pasada la medianoche, siete días a la semana, pero le pagaban sólo la mitad del salario mínimo como trabajo extraordinario en un planta subsidiaria llamada TMC, que suministra a Tokai Crafut, que a su vez estaba bajo contrato para suministrar piezas a Toyota y Nissan. La Sra. Le y sus compañeros trabajadores vietnamitas, tenían que pagar 15 yenes de multa por cada minuto cuando iban al baño. El trabajo de ellas consistía en coser los porta brazos y porta cabezas de de los asientos de los autos Toyota.

El salario que ganan los trabajadores "aprendices" sin protección de la legislación laboral de Japón sólo es de 50,000 a 60,000 yenes al mes, o $ 500 a $ 600.

A menudo, a los trabajadores aprendices y practicantes les pagan menos de la mitad del salario mínimo legal de $ 7,85 (785 yenes) por hora

* 2.876 a $ 3.42 (287 a 345 yenes)por hora

* $ 1149 a $ 1,379 (11,492 a 13,790 yenes) a la semana

* $ 498 a $ 597 (49,800 a 59,758 yenes) al mes

* $ 5,746.03 hasta $ 7,170 (597,587 a 717,104 yenes ) al año

Previa deducción de los alimentos, la vivienda, los impuestos nacionales y regionales y otros gastos necesarios, algunos estiman que los trabajadores consiguen llevar a casa menos de $ 600 (60,000 yenes) después de todo un año de trabajo.

En septiembre de 2006, el diario japonés “Mainichi Daily News” informó de que las autoridades laborales advirtieron que en 23 subsidiarias de Toyota, varios cientos de sus trabajadores vietnamitas percibían salarios por debajo del salario mínimo. De los 40 pequeñas subsidiarias, que se dedican a la costura de braseros y cabezales de los asientos de los autos, 23 empresas, es decir el 60% de fábricas cometieron graves violaciones de la legislación laboral. Estas graves faltas a la ley laboral, sin duda alguna, han venido ocurriendo durante al menos cinco años, desde 2001.

Estos trabajadores fueron traídos en virtud del "Programa de Cooperación tecnológica de Toyota" programa supervisado por la Cooperación Internacional para la Capacitación. Programa oficialmente introducida por la organización en mención, creada para capacitar a los trabajadores extranjeros en tecnología pero en la práctica se convirtió en una tapadera para la trata de seres humanos y abuso de las maquiladoras.

Los practicantes son protegidos por la legislación laboral de Japón, y, como tal, es de suponerse que deben obtener por lo menos el salario mínimo legal de 820 yenes o 7,85 dólares por hora en la industria del automóvil en la prefectura de Aichi. Sin embargo, especialmente en las pequeñas fábricas subsidiarias que suministran a Toyota con productos de costura, muchos siguen ganando sólo 300 yenes por hora ,o $ 2,87 a pesar de pasar de aprendices a ser practicantes, lo que equivale a un poco más de un tercio del salario mínimo legal de 820 yenes ($ 8.20).

A pesar de que la ley laboral tiene determinado los límites, los aprendices y practicantes normalmente trabajan 75 horas a la semana, lo cual implica 35 horas extraordinarias sobre el horario normal de 40 horas semanales. En la mayoría de los casos las horas extraordinarias no han sido pagadas correctamente. Según la ley las horas extras deben ser pagadas en 125%, es decir 25% más de las horas normales que implicarían 1,025 yenes, o 10.25 por hora. Sin embargo, en la mayoría de los caso de estos trabajadores, les son pagados muy por debajo del salario mínimo legal.

En las pequeñas planta subsidiarias, este tipo de irregularidades están apiladas una tras otra. Veamos es el caso de un trabajador común en la que trabaja 75 horas a la semana, aunque no podamos decir que sea algo general, supongamos que tenga un salario hora/horas extras 300. Si el trabador en cuestión trabajara las 40 horas semanales de horas normales a 820/hora, es de suponer que recibiría 32,800. Y las horas extras como deben ser calculadas con un recargo del 25% es de suponer que la hora de trabajo se incrementa a 1,025 de modo que debería de recibir otros 35,875 por las 35 horas de extraordinarias . Sin embargo, en lugar de recibir a la semana 68,675, la mayoría recibió a la semana sólo 22,500. Ello implica tan sólo el 67% del salario que legalmente deberían recibir; les robaban con engaños 46,175. Si calculamos en proyección a un año, del resultado de trabajo esforzado de cada uno de los trabajadores, le robaban cerca de 2’400,000.

No sólo los vietnamitas son los explotados. En el mes de abril en que nos encontrábamos en el Japón, una aprendiz china, que había estado trabajando durante tres años en una fábrica subsidiaria de Toyota, informó de que ella y sus compañeros de trabajo estaban trabajando 16 horas al día, de 8:00 am a la medianoche, siete días a la semana, y en lo que a salario se refiere, les pagaban tan sólo 300 yenes por hora. Insistimos en que este monto es tan sólo un tercio del salario mínimo legal de820. Todas las horas extras de trabajo fueron forzosas. Y los recargos de ley por horas extras no eran pagadas. A ellas sólo les pagaban 300 /hora por más largas horas extraordinarias que trabajaran.

Los aprendices y practicantes se encuentran en una situación en la que no pueden atinar a nada, y sobre todo, aterrorizados de que su nombre, o el nombre de la fábrica donde trabajan pudiera aparecer públicamente. Pues tenían advertidos que si ello ocurriera, serían despedidos de inmediato y retornados a su país. También hubo denuncias de acoso sexual a las trabajadoras.

Los administradores de las fábricas, demás de robarles los salarios a los aprendices y practicantes, los engañan también de otras maneras. Como ya hemos mencionado, los trabajadores aprendices y practicantes no tienen la libertad para cambiarse a una mejor fábricas, ni la la libertad de cambiar la vivienda que le fue asignada. En general les es asignado un apartamento para ser compartido entre tres o cuatro o incluso cinco personas. Ese apartamento costaría más o menos 52,000 por mes en el mercado inmobiliario. Pese a ello, la administración de la fábrica a menudo descuenta del salario de cada trabajador hasta 40,000 al mes en concepto de alquiler, lo cual significa que, así sean sólo tres los que comparten el pequeño apartamento, hace un total de 120,000 que implican más del doble del coste real de la vivienda.

Algunas subsidiarias incluso extorsionan a trabajadores para quitarles el dinero, con la amenaza de que serán deportados si se muestran inconformes. En marzo del 2008, el Ministro de Justicia de Japón firmó el acuerdo para castigar las violaciones de los derechos de los trabajadores aprendices y practicantes. Pareciera que poco a poco la situación estuviera cambiando, pero muchos de estos abusos continúan.

Es parte de un trabajo de Investigación “El Toyota que usted no conoce”
Elaborado por:
National Labor Committee
Charles Kernaghan, Barbara Briggs,
Xiaomin Zhang, Jonathann Giammarco, James Saylor, Danielle Rosenthal
National Labor Committee

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