viernes, 27 de febrero de 2009

Siempre habrá trabajo

Parte de esa concepción errónea del vivir “Dekasegui” fue y es el concepto del pensamiento guía que guió nuestros pasos por el Japón, “siempre habrá trabajo”, y razones no nos faltaban. Estamos viviendo en el país con la segunda economía mundial. Con plantas cuya producción parecían interminables, inagotables, que nos quitaban el sueño y el aliento.

Con fábricas que parecían inacabables e incansables, lo que faltaba eran brazos y espíritus que colmaran ese hambre de producción. Y allí nos anotábamos ni cortos ni perezosos a las horas extras, a los pedidos repentinos y a los horarios de vértigo. Plantas con tres, cuatro, seis horarios distintos que apenas podíamos comprender y soportar. Hijas del apetito inmenso del capital.

Entonces, ¿por qué preocuparse en dejar el traje “Dekasegui”?, en mirar alrededor y buscar otros horizontes. Y es que en algunas experiencias teníamos algo de razón. Si habíamos sobrevivido a la crisis asiática del 98, a la “década perdida” deflacionaria de los noventa, no, ya estábamos con la piel curtida del trabajo en Japón, cancheros, nos las sabíamos todas. Y las ofertas de venta de viviendas se paseaban golosas por nuestras manos.

Incluso algunos cambios en lugar de torcernos el camino, nos lo habían organizado, casi sin querer queriendo. Las famosas reformas ejecutadas por el gobierno del Sr. Junichiro Koizumi, desde 2004, establecieron cambios en el ámbito laboral japonés. Puso fin al sistema de trabajo de por vida, que tanto hizo famoso al Japón y fue el pilar de su éxito económico.

Cambió el sistema de prestaciones de trabajo, legalizo las empresas contratistas, “Haken”, dio carta libre a la libre contratación y al envió de trabajadores sin mayor responsabilidad para las empresas, reformas que ahora son criticadas. Repentinamente nuestras “famosas” contratistas o “empreteras” cobraron vida y se legalizaron. Fuimos oficializados, pero no reconocidos, nuestra situación paso de ser oscura e invisible a ser visible pero gris. Ese cambio obligó a las contratistas a darnos algunos beneficios sociales, como el seguro de desempleo, que ahora es nuestra tabla de salvación.

Pero muchos no contamos con ese beneficio y casi todos sin el seguro de jubilación, no existimos en otras palabras para la vida laboral legal japonesa. “Consuelo de muchos es consuelo de tontos” reza el refrán popular, pues no estamos solos, miles de trabajadores japoneses están ahora en la misma situación que nosotros. Como se los hemos contado aquí y aquí.

Hemos persistido en el modelo “Dekasegui”, trabajadores eventuales, informales, por contrata, sin recibir beneficios sociales ni nada, sin horizonte, sin existir en el mundo. Y nosotros muy contentos pensando que siempre habrá contratistas y trabajo. Si pues el mundo se ha encargado de avisarnos que el fenómeno “Dekasegui” está acabado.

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