miércoles, 25 de febrero de 2009

Fin del fenómeno Dekasegui

¿Qué hice mal? Es lo que más o menos se preguntaba un amigo a fines del mes pasado, cuando agobiado por las malas noticias, la última la venta de su carro, comprado con mucha ilusión en cómodas cuotas mensuales y engalanado con todos los aditamentos que le indicaba sus gustos limeños. Carro que tenia que vender a casi la mitad del precio que lo compró no hace ni un año, obligado por las necesidades impostergables de sobrevivir y la imposibilidad de pagar el estacionamiento y su mantenimiento.


Y es que la sequía del trabajo le llego de golpe a fines de noviembre, despedido sin lugar a dudas ni murmuraciones y las navidades fueron para el olvido, en medio de las angustias de la búsqueda de trabajo, y las malas noticias de que no hay ni allá ni tampoco aquí trabajo. Temprano se entero de la quiebra de los bancos americanos, de las terroríficas cifras que la rifa global de los sinvergüenzas de las finanzas habían convertido al mundo en un basural de mentiras, mismo CLAE.


Pero no le interesó, claro se enteró porque tiempo era lo que más le sobraba y le inquietaban los días sin la gloria del timbre del trabajo y sin horas extras. Y en medio de todo eso, se preguntaba ¿que hice mal?, si él solamente cambió de trabajo en una sola oportunidad y fue porque la fabrica desapareció. Amante del trabajo y de la casa, de las responsabilidades y de las buenas costumbres hogareñas era, es el símbolo del trabajador cumplidor y chambero. Los 19 años de vida en Japón vieron nacer a sus hijos, llevarlos al colegio, enorgullecerse de sus triunfos escolares, comprarse un terrenito en Lima y lo máximo de sus sueños una casita en Japón, ¿qué más le podía pedir a la vida?, era sino se lo habían dicho, un hombre de éxito.


Y nada parecido al descalabro nublaba el horizonte de sus sueños a mediados del año 2008. Todo lo había hecho bien y a sus 40 años la vida parecía sonreírle con el añadido que no tenía que agradecérselo a nadie, sino a sus propios esfuerzos.


El problema no era nuestro amigo, no claro que no. El era, es un buen tipo y todo lo hizo bien, salvo una cosa. Renunciar al estatus con que vino, dejar el traje de “Dekasegui”, de trabajador temporal y ponerse a pensar que si aquí viviría para siempre, entonces tenia que cambiar de traje. Porque sí algo nos enseña la vida es que esta no es eterna ni inmutable, siempre cambia y los procesos económicos también están sujetos a ese cambio, vaya como lo sabemos ahora.


El error de nosotros es persistir en el traje de dekasegui, de los chamberos que envían dinero, de los changadores por una época y creer muy ilusionados que nada va a cambiar. Pues bien hace rato que esa época terminó, pero nosotros no. No cambiar nuestra visa de viajero, insistir en vivir como llegamos ese fue el error de nuestro amigo y es también nuestro error. Y por sino lo sabíamos también, es el fin de una época, del fenómeno “Dekasegui”.

2 comentarios:

Alej dijo...

Excelente post. Es muy cierto lo que escribes, yo estuve en Japon en el año 98, y vi que las cosas ya estaban cambiando. Empezó con que los contratistas ya no daban apato+servicios en tarifa plana). Luego con la apertura al yakin en las mujeres, y ni hablar cuando empezaron a quitar los premios de asistencia en el 2004, empezaron además a caer los salarios gradualmente. Esta crisis dio algunas señales hace algún tiempo y debimos haberlos notado. Pero más aún me parece que muchos se conformaron y tuvieron miedo de arriesgar a alcanzar mas que eso. Escuchábamos mucho decir:" mira fulano regresó a Perú, se tiró toda su plata en lujos o en inversiones y al año regresó. No vale la pena regresar al Peru." Escuchaba eso en todos lados, pero no es asi..existen muchos casos de nikkeis peruanos exitosos. Es muy bueno tener una tribuna donde podamos compartir experiencias, consejos en Japón, y de esa manera ayudarnos mutuamente.
Un saludo.

Anónimo dijo...

Que hicimos mal?....

-Confiarnos en que la economia iba a ser eterna de buena
-pensar que los japoneses se iban a adaptar a nosotros y no al contrario
-pensar que con el japones prolijo iba a ser suficiente
-no creer en nuestro pais
-pensar que los inmigrantes terminan sus historias como un cuento de hadas y final feliz

son tantas cosas que hicimos mal....pero nunca es tarde para retomar el camino .

saludos